Alguna vez hemos señalado la importancia de desarrollar relaciones de pareja sanas y evitar mantener relaciones con componentes tóxicos o destructivos.
Pero, ¿qué entendemos por relaciones sanas?. ¿Cómo son esas relaciones y cómo se construyen?. Hoy vamos a tratar de dar respuesta a esas preguntas.
Construyendo relaciones de pareja sanas
Las relaciones de pareja saludables se construyen sobre una serie de pilares. La comunicación es el primero y más importante de ellos.
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Si mantenemos una comunicación sincera, constructiva y no defensiva con nuestra pareja seremos capaces de hablar sobre los problemas que puedan ir apareciendo y tratar de resolverlos, evitando que ninguno se sienta atacado o herido, con el objetivo de superar de la mejor forma posible cualquier crisis que enfrentemos. Otras claves son las siguientes:
Hablar sobre los problemas sin rodeos
Cuando algo nos molesta o nos disgusta, lo mejor es comunicárselo a nuestra pareja de forma clara y concreta, sin atacar, simplemente haciéndole saber que nos molesta. Muchas parejas no lo hacen, no hablan con el otro sobre aquello que les molesta, lo ocultan o tratan de hacérselo saber con indirectas o comportamientos defensivos. En otros casos, simplemente esperan a que el otro se de cuenta por sí mismo y cuando ven que no lo consiguen se molestan aún más.
Cuando adoptamos estas actitudes esperando que de alguna manera nuestra pareja adivine lo que nos molesta conseguimos alimentar aún más el malestar porque ninguno de los dos puede adivinar en cada momento cuáles son las necesidades del otro, por mucho que nos escudemos en que si nos conoce debería saberlo.
Coger al «toro por los cuernos» es la mejor solución. Si algo nos molesta tenemos que hablarlo, sin culparnos ni atacarnos. El objetivo es construir, no destruir.
Compromiso y acuerdo, base de las relaciones de pareja sanas
En cualquier relación, del tipo que sea, nos vamos a encontrar con desacuerdos o formas diferentes de ver las cosas, además de necesidades propias de cada uno. Es importante que, ante los conflictos, tratemos de alcanzar acuerdos razonables en los que cada una de las partes contribuya a solucionar su parte de responsabilidad en el problema.
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Para superar los desacuerdos y las crisis debemos trabajar en equipo con nuestra pareja. Recuerda que las relaciones son cosa de dos y ninguna de las partes puede llevar el peso de la responsabilidad.
Respeto mutuo
Como señalamos arriba, en una pareja, cada uno de los miembros tendrá sus propias opiniones y necesidades y ambas deben ser respetadas por el otro.
Por mucha confianza y complicidad que exista en la pareja, se trata de dos individuos diferentes con circunstancias y deseos distintos. Debe quedar claro que no se tienen por qué compartir todos estos deseos e ideas, pero sí se debe respetar la individualidad del otro, sin invadirla ni cuestionarla o tratar de asemejarla a la nuestra propia.
Apoyo y relaciones sanas
Nuestra pareja, con el tiempo, se convertirá en una de las figuras más importantes de nuestra vida y cada vez compartiremos más tiempo y más intimidad con ella.
Dar y recibir consuelo, ánimo y aliento en la pareja es fundamental para que se establezca una relación de confianza. Ambos miembros de la pareja deben saber que en el otro tienen un apoyo incondicional, con el que podrán contar en los momentos de celebración pero también cuando toquen fondo.
Para ello va a ser necesario que las dos partes compartan sus sentimientos y emociones, que abran su corazón y olviden las resistencias a mostrarse vulnerables. Cuando hay resistencias o escudos, no podemos acceder a la otra persona ni dejar que acceda a nosotros y esto impide que se establezca un nivel de intimidad adecuado y real, con los conflictos que conlleva.
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Límites saludables
Marcar una serie de límites en la relación, aunque parezca contradictorio, hace que la sintamos como más sana y segura. Nos referimos a límites establecidos de forma conjunta, límites en los que ambas partes están de acuerdo y que no se crean porque exista desconfianza o para «atrapar» al otro.
Los límites se marcan en función de lo que cada uno considera que le hará sentir cómodo, le gusta y le hace sentir bien. Debemos recordar que son límites, no prohibiciones, y que se establecen de forma consensuada o acordada y que, de no encontrar ese consenso, debemos replantearnos qué espera cada uno de la relación y si la relación con esa persona va a aportarnos la comodidad y seguridad que necesitamos.
Los límites no deben restringir nuestra capacidad de:
- Ver y quedar con otras personas sin que nos acompañe nuestra pareja. Todos tenemos una vida «antes de el otro» y esa vida es nuestra. Nuestra pareja está invitada a compartir con nosotros parte de esa vida pero en ningún caso a obligarnos a abandonarla o a no permitirnos disfrutar de ella, con o sin su compañía.
- Actividades de ocio o aficiones. Muy similar al punto anterior. Nuestras aficiones o actividades de ocio son parte de nosotros, en muchas ocasiones pueden ser momentos de íntima conexión con nosotros mismos, nuestro momento para estar solos, o puede tratarse de alguna actividad por la que sentimos mucha pasión. Sea el caso que sea, nuestra pareja debe respetar esta faceta de nosotros.
- Mantener la privacidad. Porque una cosa es que nuestra pareja tenga las puertas de nuestro corazón abiertas y otra muy diferente que tenga las puertas abiertas de nuestras cuentas en las redes sociales, nuestro correo electrónico o nuestro teléfono. Muchas personas consideran que si hay confianza y no hay nada que ocultar, al otro no le importará que echemos un vistazo a sus «cosas». Seguramente no tiene nada que ocultar pero nuestro acceso a «sus cosas» supone una invasión de su espacio personal, es una violación de su privacidad y puede sentirlo como un ataque a su individualidad.
¿Qué NO son las relaciones de pareja sanas?
Podemos intuir este punto en base a lo que hemos mencionado en el anterior. Las relaciones no saludables, tóxicas o codependientes se basan en el poder y el control sobre el otro. Es posible que en el comienzo de la relación, los rasgos de las parejas no saludables puedan pasar más desapercibidos pero poco a poco van apareciendo con más frecuencia y contundencia.
Cuando las señales comienzan a aparecer hay una serie de factores que debemos tener en cuenta:
- Las personas cambian cuando quieren cambiar. No podemos forzar a nadie a modificar su forma de ser si no son ellos mismos los que deciden dar el paso y se ponen manos a la obra.
- No te olvides de ti mismo. En ningún momento renuncies a tus necesidades por atender a las del otro. Si debes esforzarte por satisfacerlas porque tu relación está consumiendo tu energía o tu tiempo, debes plantearte poner fin a la situación.
- No te olvides de los demás. Cuando una relación nos absorbe tendemos a aislarnos de las personas de nuestro entorno. Es importante mantener el contacto con amigos y familia para asegurarnos de que tenemos el apoyo emocional que necesitamos.
- Piensa en la ruptura. Las relaciones de pareja sanas deben aportarnos seguridad, serenidad, felicidad y aceptación.
Cuando hay faltas de respeto, posesión, celos, gritos, humillaciones o cualquier tipo de agresión física o verbal, no hay amor, hay necesidad de poder, de control, de abuso, y es prioritario y fundamental pensar en todo momento en nuestra seguridad.
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