Existen muchísimas definiciones del término «espiritualidad». En un sentido amplio, la espiritualidad es una búsqueda del sentido de la vida, más allá de los asuntos mundanos.
¿Qué es el desarrollo espiritual?
Desde el origen de su historia, el ser humano se ha planteado preguntas acerca del sentido de su existencia. ¿Quién soy?, ¿qué hago aquí?, ¿cuál es el objetivo de mi existencia?. Las religiones de todo el mundo han intentado dar respuesta a estas cuestiones y muchas personas han encontrado en algunas de ellas, las respuestas que buscaban.
Independientemente de religiones o doctrinas espirituales, el desarrollo espiritual hoy en día, se entiende como la práctica de la conciencia, como la exploración que emprendemos en el interior de nosotros mismos. El desarrollo espiritual es un viaje hacia el descubrimiento de nuestros valores, de nuestra verdad, nuestra esencia y el sentido de la vida.
El desarrollo espiritual tiene como objetivo, por tanto, encontrar por nosotros mismos las respuestas a las preguntas que nos planteamos acerca del sentido de nuestras vidas. La elección de las respuestas con las que nos «identificamos» es profunda y personal.
No existe un camino espiritual concreto o uno más efectivo que otro. Cada persona debe explorar y encontrar su forma de conectar con el sentido de la vida y con su esencia particular.
Hoy os ofrecemos algunos caminos para comenzar a explorar y comenzar a desarrollar nuestra espiritualidad.
3 caminos hacia el desarrollo espiritual
1.Aumentar la conciencia
Para desarrollar nuestra espiritualidad podemos optar por el camino de tomar conciencia de las cosas. Ser mas consciente de nosotros mismos, de nuestros pensamientos, nuestras emociones.
La mayoría de las acciones que realizamos durante el día las hacemos de forma casi automática y casi todas (si no todas ellas) las hacemos, por decirlo de alguna forma, «hacia fuera». Normalmente no solemos mirar hacia dentro de nosotros ni ser conscientes de lo que ocurre «allí dentro» en nuestro día a día.
Prestar atención a nuestra vida, cómo pensamos y nos relacionamos con nosotros y nuestro entorno, qué ocurre en nuestro interior, qué hay «ahí dentro», es una buena forma de comenzar con nuestro desarrollo espiritual.
Como al principio es muy fácil que nos dejemos llevar por la inercia, por mucha intención que tengamos en prestar atención a nuestro interior, es probable que ni siquiera lo recordemos. Así que, para empezar y hasta que consigamos hacerlo de forma natural, podemos tomar determinados momentos del día para dedicarlos exclusivamente a esto.
Cualquier momento del día y cualquier situación puede servir. La calve está en que podamos detenernos y observar dentro de nosotros durante unos minutos. Una práctica que puede ayudar es el Focusing, pero requiere, al menos al principio, orientación profesional.
2.Meditación
La práctica de la meditación ha sido durante miles de años el camino más común hacia el desarrollo espiritual. Aprender a meditar lleva tiempo ya que requiere entrenar a la mente para que sea capaz de «detenerse». Pero también es cierto que la técnica se va perfeccionando con el tiempo y cada vez se van encontrando menos dificultades.
Existen muchos tipos de meditación y corresponde a cada uno encontrar aquella con la que se encuentre más cómodo. Desde el blog os proponemos Mindfulness, pues reúne aspectos del punto primero y del segundo.
3.Escritura
La escritura puede ayudar a aquellas personas que tengan más tendencia a distraerse cuando reflexionan. Plasmando en una hoja nuestras preguntas, nuestras posibles respuestas, elaborando esquemas, diagramas, etc, mantenemos la atención en las cuestiones que vamos escribiendo y nos es más sencillo reflexionar sobre ello.
Reservar unos minutos al día o cada varios días para escribir con calma e intimidad sobre todos aquellos aspectos que nos inquietan, nuestros sueños, ilusiones y reflexionar sobre nuestra vida y nuestro propósito.
Aunque resulte obvio, es necesario recordar que no existen preguntas correctas y mucho menos respuestas correctas. La idea es dejar que surjan las cuestiones que sean, plasmarlas y reflexionar sobre ellas.
4.Desarrollar la curiosidad
La curiosidad es un potente factor de motivación. Cuando tenemos curiosidad, queremos conocer más y más cosas, y nos entusiasmamos con ellas. Cuando llevamos a cabo actividades que nos entusiasman, somos capaces de olvidar todo lo demás y centrarnos exclusivamente en aquello que hacemos.
Con cada cosa nueva que aprendemos o conocemos, nuestra mente va abriéndose y haciéndose más flexible. Una mente más abierta y flexible, es una mente más receptiva, capaz de formular preguntas más variadas y encontrar respuestas también más variadas, por lo que nuestro desarrollo espiritual se enriquece enormemente.
Éstas son solo cuatro maneras de comenzar a desarrollar nuestra espiritualidad pero, como decíamos arriba, la decisión es personal y cada cual debe encontrar el método que le permita encontrar sus propias respuestas.
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