No dejamos de encontrarlo en todas partes: Debes cambiar tus pensamientos negativos por otros más positivos. Pero, ¿hasta qué punto es cierto? ¿Hasta qué punto es sano?
Pensar en positivo, ¿sí o no?
Algunos medios de comunicación se han hecho eco de esta especie de «dictadura» de la felicidad. La psicología tiene mucho que decir al respecto, empezando por aclarar por qué tenemos pensamientos negativos, qué función tienen, cuándo y por qué es necesario cambiarlos, y qué nos puede aportar una mentalidad positiva.
¿Por qué tengo pensamientos negativos?
En primer lugar, antes de pretender cambiar nuestros pensamientos negativos sin ton ni son, debemos aprender a diferenciar los pensamientos negativos útiles de los que no lo son.
¿Cuáles son los pensamientos negativos útiles? Bien, consideramos útiles aquellos pensamientos negativos que nos ayudan a prevenir un daño o amenaza real. Es decir, aquellos que nos protegen del peligro.
Precisamente por eso los tenemos, porque a lo largo de nuestra evolución, nos han ayudado a mantenernos lejos de amenazas, de ahí que estén tan fuertemente arraigados en las zonas más primitivas de nuestro cerebro.
Por su parte, los pensamientos negativos no útiles son aquellos que aparecen sin que exista una amenaza real. Es decir, los pensamientos se refieren a cosas que imaginamos, suponemos o anticipamos que pueden ocurrir, pero que no están ocurriendo en realidad o no tenemos pruebas reales de ello.
Y aunque a priori su misión es la de protegernos, si esos pensamientos no hacen referencia a peligros reales, pueden volverse un problema.
Lo vemos más claro con algunos ejemplos de pensamientos no basados en hechos o pruebas:
- Si tengo pensamientos negativos sobre mí, aparecerán miedos, inseguridades, dudas y me costará muchísimo tomar decisiones o emprender proyectos.
- Si los tengo sobre mi futuro, aparecerán la decepción, la frustración y la desmotivación, mi estado de ánimo será muy bajo.
- Cuando tienen que ver con mis relaciones de amistad, pareja o familia, aparecerán la desconfianza, los celos, la inseguridad, y me resultará complicado mantener relaciones saludables.
En resumen, los pensamientos negativos distorsionados son enormemente dolorosos y limitantes, pudiendo llegar a generar depresión, obsesiones y trastornos de ansiedad como las fobias, la ansiedad social, la agorafobia y otros.
Entonces, ¿cuándo debo cambiar pensamientos negativos y cuándo no?
Es habitual que el paso más complicado a la hora de modificar pensamientos negativos sea la propia identificación de esos pensamientos, es decir, aprender a detectar cuándo estamos teniendo pensamientos negativos que no son acordes a la realidad, que son distorsionados.
Muchas personas creen que esos pensamientos negativos SON su realidad y no perciben que haya ningún problema, no son conscientes de estar distorsionando la realidad.
Sin embargo, con el paso del tiempo, empiezan a aparecer problemas emocionales y ese el momento de tomar acción y buscar ayuda profesional, aunque no tengamos muy claro si los pensamientos negativos son los responsables.
Cambiar pensamientos negativos para ¿ser más feliz?
En cuanto a la actitud ante la vida, una mentalidad positiva contribuye a aumentar la motivación, a mantenernos optimistas y a emprender acciones para alcanzar metas.
Si pensamos que tendremos buenos resultados nos sentiremos más motivados a hacer una tarea que si pensamos que no lograremos nuestro objetivo, ¿verdad? En este sentido, a nivel motivacional, pensar de forma positiva y eliminar pensamientos negativos nos ayudará.
Por su parte, el pensamiento positivo extremo, evitar pensar en los aspectos negativos de las cosas a toda costa, también resultará problemático, también constituye una visión distorsionada de las cosas. De alguna manera nos estaríamos autoengañando.
Y lo que es peor, todas esas señales de peligro, serían ignoradas de manera que no seríamos capaces de evitar el daño futuro. Por lo tanto, ninguno de los extremos es recomendable.
En el término medio está la virtud
Y es que, si los humanos disponemos de todo un sistema neuronal que se encarga de percibir y hacernos conscientes de las amenazas, es porque son realmente útiles.
Recuerda que el mecanismo es el siguiente: un pensamiento negativo desencadenará una emoción, y esta emoción desencadenará un comportamiento, por lo que el objetivo del pensamiento es que actuemos.

Lo saludable es que seamos capaces de diferenciar cuándo estamos teniendo pensamientos distorsionados, tanto positivos como negativos.
Ajustar nuestros pensamientos siempre a la realidad que tenemos delante, conseguir equilibrar lo positivo y lo negativo, la cantidad justa de prudencia y de motivación, como en la receta perfecta, no es para nada sencillo.
Mucho menos si se han instalado en nuestra mente mecanismos de defensa al tener experiencias dolorosas o traumáticas en el pasado.
En Psicología en el Bolsillo contarás con herramientas que te ayudarán a diferenciar y a corregir pensamientos «demasiado positivos o negativos», ajustándolos en lo posible a la realidad.
De esta manera, no solo aprenderás a pensar de una manera más saludable, sino que tus emociones serán mucho más manejables, y aprenderás a tomar mejores decisiones.