El proceso de crecimiento personal es más parecido a una carrera de fondo que a un sprint. Requiere tiempo, esfuerzo y compromiso. Todos tenemos la semilla del éxito y el potencial, pero es necesario trabajarla para que crezca.
¿Por dónde empezamos con nuestro crecimiento personal?
Debemos empezar por la autoconciencia, es decir, para comenzar a desarrollar nuestro crecimiento personal, debemos saber en qué lugar estamos empezando, esto es, autoconocimiento, conocernos a nosotros mismos.
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Es necesario recordar, que el éxito no se mide por el lugar en el que terminamos sino por la distancia que hemos recorrido entre el punto de inicio y el lugar que alcancemos.
No existe una vía rápida para desarrollar el crecimiento personal (que por otra parte, nos puede llevar toda la vida), por lo que debemos empezar evaluando el lugar en el que estamos y cuál es la distancia que nos separa del lugar al que queremos llegar.
Para lograr una mayor conciencia de nosotros mismos y facilitarnos el camino, existen algunos aspectos que nos pueden orientar.
Orientaciones para el crecimiento personal
1. Hacia el crecimiento personal: Reflexión
El crecimiento personal se facilita cuando pensamos acerca de nuestras decisiones y errores para aprender sobre ellos. Para ello, vamos a necesitar encontrar un lugar silencioso y calmado, para alejar de nosotros las distracciones y ruidos que nublan nuestra visión e intuición.
Practicar meditación o atención plena (Mindfulness) nos ayudará a ser más conscientes de las creencias que tienden a dominar nuestras vidas, a encontrar las respuestas a cuestiones importantes para nosotros y a lograr un mayor conocimiento sobre lo que realmente somos.
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2. Nuestros valores
Conocer cuáles son los valores fundamentales para nosotros, es uno de los pasos más importantes.
Nuestros valores actúan como la brújula que nos guía a la hora de tomar decisiones y encaminar nuestros pasos, por lo tanto, saber cuáles son y si estamos actuando de acuerdo con ellos será prioritario.
Si al reflexionar sobre ello nos damos cuenta de que no actuamos de acuerdo a esos valores, significará que no vamos en el camino correcto. No actuar o comportarnos en la línea que marcan nuestros valores personales nos produce malestar.
Debemos tratar de detectar el motivo que nos lleva a actuar sin tener en cuenta nuestros valores o, en el más extremo de los casos, a traicionarlos.
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3. Hacia el crecimiento personal: Evaluar las fortalezas y debilidades
Tanto unas como otras nos vienen dadas de forma natural. Es innegable que el talento con el que contamos nos ayuda a mejorar nuestras vidas, de la misma forma que las debilidades se interponen en el camino hacia nuestras metas no dejándonos vivir como nos gustaría. Por ello es interesante realizar un inventario de fortalezas y otro de debilidades.
Entre esas fortalezas podemos encontrar áreas para desarrollar futuras competencias o habilidades y mejorar en nuestro crecimiento personal. No debemos olvidar que las debilidades también pueden (y deben) trabajarse para conseguir que supongan el menor obstáculo posible.
4. Analiza tus hábitos y costumbres
Las decisiones que tomamos en la vida, incluso las del día a día, pueden, a largo plazo, suponer una gran diferencia, para bien o para mal. A la hora de trabajar en nuestro crecimiento personal, debemos preguntarnos cuáles son nuestros hábitos, de qué forma influyen en nuestra vida y cuáles de ellos nos ayudan a crecer.
Los hábitos son los ladrillos con los que construimos nuestro futuro. En nuestra mano está modificar los ladrillos que sean necesarios para acercarnos al estilo de vida que queremos conseguir. En este caso, el crecimiento personal será más fácil, si somos constantes.
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5. Pregunta a tu entorno
Una forma eficaz de recibir feedback sobre los resultados que vamos consiguiendo en nuestro crecimiento personal, es preguntar a personas cercanas que vayan apreciando los cambios.
De la misma forma, ellos también pueden indicarnos cuáles son las facetas que debemos seguir trabajando o cuáles son las que han mejorado más.
En cualquier caso, es recomendable repetir de forma regular la fase de la autoconciencia para que seamos nosotros mismos, también, quienes vayamos observando y valorando nuestro propio progreso, para conocer en qué aspectos tenemos que centrarnos más.
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No es necesario enfrentar una época de dificultades o un mal momento para trabajar en uno mismo. Además, cuanto más te conozcas y desarrolles, menos vulnerable serás a sufrir problemas mentales o emocionales.
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