El sorprendente efecto de la profecía autocumplida ha sido estudiado desde la psicología social desde hace algunas décadas. Las consecuencias de este peculiar efecto pueden ser muy beneficiosas o muy negativas en función de nuestras expectativas.
El efecto pigmalión (Pygmalión) o profecía autocumplida. ¿Qué es?
En seguida entenderás por qué este particular efecto recibe el nombre de profecía autocumplida. Cuando una persona tiene una serie de expectativas sobre otra persona (o sobre varias), tiende a adaptar su comportamiento con ellas a esas expectativas. Como se comporta en base a ellas, esta persona está contribuyendo (sin darse cuenta) a que la otra persona se comporte como ella pensaba que lo haría, cumpliéndose así la profecía. Lo vemos más claro con un ejemplo:
Si un profesor piensa que un determinado alumno suspenderá el curso, se comportará con el alumno en base a esa creencia. Al comportarse de esa forma con el alumno, aumenta las posibilidades de que, efectivamente, el alumno suspenda. De esta forma su «profecía» se cumple y el «responsable» de que lo haga es el profesor mismo con su comportamiento (profecía autocumplida o el efecto pigmalión).
El efecto pigmalión contribuye a que las personas vean sus predicciones confirmadas y mantengan los estereotipos que tienen acerca del resto de personas. Es por ello que conocer qué es y cómo funciona, es fundamental para que nuestra concepción sobre otras personas no se vea afectada por la influencia de nuestras expectativas.
El efecto pigmalión y sus consecuencias
A nivel educativo, podemos hacernos una idea de la enorme repercusión que puede tener el efecto pigmalión en el rendimiento escolar de los niños. Este efecto no solo tiene lugar con expectativas negativas, también se da si las expectativas son positivas. De esta forma, el rendimiento escolar puede verse afectado para bien o para mal, según sean las expectativas del profesor.
El efecto pigmalión puede ser extrapolado al ámbito familiar en el que las expectativas de los padres de los niños también afectaría a su comportamiento en casa, pudiendo perjudicarles sin darnos cuenta. Es por ello que padres y profesores deben conocer la existencia de la profecía autocumplida para evitar sus posibles efectos negativos en el comportamiento y rendimiento últimos de los niños.
Pero, dejando de lado por un momento sus efectos negativos (reconociendo la enorme importancia de que padres y tutores conozcan y sepan manejar este efecto), el hecho de que el efecto pigmalión se presente también si las expectativas son positivas no debe menospreciarse ya que podemos encontrar una herramienta de motivación para utilizarla de forma beneficiosa.
Así, si en lugar de decir frases del tipo «si no haces los deberes nunca aprobarás y no vas a tener forma de ganarte la vida», podemos construir otras, replanteándolas de forma positiva, como «ve a hacer los deberes y demuestra a tu profesora lo bien que sabes la lección». Pero, ojo, esto no es tan sencillo.
Más allá de las palabras, debe existir un convencimiento por parte del adulto, es decir, que las expectativas que tenga sobre el niño han de ser sinceras. Cuando se comunique con el niño, el mensaje positivo tiene que ser coherente con su tono de voz, su lenguaje corporal, su expresión o su actitud.
El efecto pigmalión puede tener consecuencias tan positivas o tan negativas como lo sean las expectativas que tengan los adultos. Trabajar para mantener bajo control sus riesgos y para potenciar sus aspectos positivos podría suponer una potente herramienta a la hora de reforzar el rendimiento de los niños.
El efecto pigmalión o profecía autocumplida, no solo tiene lugar en los niños o en el ámbito escolar. Es un mecanismo que puede aparecer en cualquier situación que implique la relación entre dos o más personas y la presencia de expectativas sobre ellas. Puede resultar interesante reflexionar acerca de nuestras propias relaciones para ver si, en alguna de ellas, nuestras expectativas sobre alguien están influyendo en su comportamiento y qué podemos hacer para cambiarlo.
Imágenes: Pixabay