La mentira, el engaño, las verdades «a medias» o incompletas, forman parte de la vida de las personas, es innegable. El engaño es una cualidad genuinamente humana y añade un plus de complejidad a las relaciones humanas que ya lo son de por sí.
Pero, ¿por qué mentimos y de qué forma lo hacemos?. Empezaremos explicando cuál es el objetivo básico del engaño.
El objetivo del engaño: El manejo de la impresión
Aunque cada una de las estrategias que expondré más abajo tengan un objetivo más o menos concreto, el fin último de la mentira o de la «ocultación de la verdad» y el engaño no es otro que el manejo de la impresión.
Las personas tratamos de controlar la información que presentamos a los demás, en especial aquella que tiene que ver con nosotros mismos. Esta regulación puede ser más o menos consciente pero la meta de la misma es tener cierto control sobre la impresión que damos a los demás sobre nosotros mismos.
Este manejo de la impresión de nosotros mismos pretende fundamentalmente conseguir estas tres metas:
- Auto-ensalzamiento: Que la imagen de nosotros mismos que proyectamos hacia los demás se asemeje a nuestro Yo- ideal (aquello que nos gustaría ser), además de que mantenga o aumente nuestra autoestima.
- Auto-consistencia: Que la imagen de nosotros mismos que proyectamos a los demás reafirme las creencias que tenemos acerca de nosotros mismos, tratando de ser coherentes con nuestro autoconcepto.
- Auto-verificación: En nuestras relaciones con los demás intentamos aprender la verdad sobre nosotros mismos.
¿De qué forma lo hacemos?: Las estrategias del engaño
Jones y Pittman señalaron tres estrategias básicas que utilizamos para el manejo de la impresión (Jones, 1990; Jones y Pittman, 1982):
- Cuando mostramos tendencia a estar de acuerdo con otra persona o la elogiamos con el fin de ganarnos su cariño y aceptación. Esta estrategia se conoce como congraciamiento.
- Cuando mostramos nuestras capacidades y tratamos de ocultar nuestras flaquezas o defectos a los demás. Es lo que se conoce como autopromoción.
- Cuando amenazamos o atemorizamos a otros con el objetivo de hacer gala de nuestro poder sobre ellos, estamos utilizando la intimidación.
- Cuando apelamos al deber moral o la culpa para conseguir nuestros objetivos, por ejemplo, si pedimos ayuda a alguien y le señalamos las terribles consecuencias que sufriríamos si no nos ayuda.
- Cuando nos atribuimos de alguna manera el éxito de otras personas mediante la identificación con ellos (nuestro equipo ha ganado el partido) y nos distanciamos de su fracaso (el equipo «x» ha perdido el partido).
¿Cómo detectamos el engaño?
Las investigaciones que se han llevado a cabo sobre el tema no son muy esperanzadoras. La mayoría de ellas señalan que no somos muy buenos «detectores de mentiras». Además, se han encontrado algunos resultados sorprendentes al respecto:
- En contra de lo que cabría esperar, no es en la cara donde mejor detectamos que nos están engañando sino en el tono de voz.
- Cuanto más nos empeñamos en averiguar si alguien nos engaña, peores resultados obtenemos (Forrest y Feldman, 2000).
- Bond y DePaulo (2006) encontraron lo que ellos denominaron como «doble criterio en la evaluación del engaño», que se refiere al hecho de que valoramos peor cuando son los demás quienes mienten que cuando lo hacemos nosotros mismos.
Sea como sea, el engaño ha formado y formará parte de las relaciones humanas. La aceptación de los demás, la obtención de cariño y la necesidad de mostrarnos atractivos y dignos de ser queridos es una fuerza muy poderosa. El grado en que ocultemos la verdad, nuestra verdad, o la mostremos de forma parcial o modificada a los demás dependerá en buena parte de esa necesidad de aceptación.
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Ref:
Jones, E. E. y Pittman, T. S. (1982). Toward a general theory of strategic self-presentation. En J. Suls (Ed.), Psychological perspectives on the self (Vol, 1, pp.231-262). Hillsdale: L. Erlbaum.
Forrest, J. A. y Feldman, R. S. (2000). Detecting deception and judge´s involvement: Lower task involvement leads to better lie detection. Personality and Social Psychology Bulletin, 26, 118-125.
Bond, C. F., Jr. y DePaulo, B. M. (2006). Accuracy of deception judgments. Review of personality and Social Psychology, 10 214-234.