¿Te has dado cuenta de cuántas veces te han faltado las ganas y la motivación para emprender cualquier proyecto?. Seguramente hayas puesto mil excusas y sabes que en el fondo necesitas estar motivado. Por no hablar de las cosas que tenemos que hacer obligatoriamente y nos da pereza sólo de pensarlo.
En un post anterior os señalábamos cuáles eran los principales obstáculos que nos impiden encontrar la motivación. En esta ocasión hablaremos de cómo lograr la motivación necesaria y mantenerla en el tiempo.
Encontrar la motivación (y mantenerla)
1. Nuestros valores
El hecho de que la tarea en cuestión esté en consonancia con nuestros valores sumará puntos a la hora de comenzarla. Podemos preguntarnos que nos aporta la tarea en sí a nosotros, para comprobar si es una tarea a «nuestra medida».
Hay que recordar que, muchas veces, lo que nos llevamos nosotros mismos en el proceso es más importante que llevar a cabo la tarea en sí.
2. Razona
Cuando de encontrar la motivación se trata, razonar un millón de motivos por los que no realizar la tarea es la mejor opción, nos cuesta poco trabajo. Más complicado resulta hacer el ejercicio contrario.
Razonar por qué es importante que hagamos la tarea, es lo que debemos hacer en este segundo paso. La clave está en encontrar una razón inexcusable y mayor que las excusas que tenemos para llevar a cabo la tarea.
3. Listado de razones
Y es que si hemos realizado bien el paso anterior, habremos encontrado tantas razones como excusas y, lo que debemos hacer en este punto, es elaborar un listado de las 10 razones que hemos encontrado para realizar la tarea.
Si la motivación amenaza con desaparecer nos vendrá bien tener este listado a la vista (puedes poner post-it por casa o por la oficina con cada una de las razones).
4. Replantear las metas
La motivación permanecerá más tiempo a nuestro lado si la meta que queremos alcanzar es positiva o la percibimos de forma positiva.
Es por ello que en este punto señalamos la reformulación de la meta en términos lo más positivos posibles. Podemos destacar los beneficios que obtendremos en lugar de no dejar de pensar en los sacrificios que haremos.
5. Siempre positivo
Mantener un alto nivel de trabajo hará que la motivación disminuya poco a poco e, incluso, que lleguemos a quemarnos. Si a esta disminución inevitable le sumamos lo críticos y negativos que somos muchas veces, el resultado será el fracaso.
Por suerte, este segundo factor podemos controlarlo. Mantener fuera de nuestra mente los pensamientos y emociones negativas, la crítica poco constructiva y el derrotismo, y sustituirlo por pensamientos optimistas, siempre mirando el lado bueno y felicitándonos a nosotros mismos por nuestros pequeños logros.
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6. Ensayo-error
Y es que las personas aprendemos a base de equivocarnos una y otra vez hasta que conseguimos hacerlo bien. La clave para que la motivación no nos abandone es no rendirnos si nos encontramos con fracasos repetidos.
Cada uno de esos fracasos es una experiencia que nos aporta aprendizaje nuevo y, además, pocas son las veces que las cosas se hacen bien a la primera. Conseguir una meta requiere trabajo, perseverancia y, sobre todo, aprendizaje.
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7. Cultivar la resiliencia
La vida es como una montaña rusa. Nos brinda momentos mágicos y otros menos buenos. La clave está en aprender a ser resilientes, es decir, aprender a superar los momentos bajos y la adversidad, sin arrastrar heridas que nos incapaciten.
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8. Celebrar los éxitos
De forma complementaria al punto anterior, la motivación se refuerza también si cuando hacemos las cosas bien, lo celebramos y nos permitimos a nosotros mismos disfrutar del éxito y saborear la sensación de que un esfuerzo sea recompensado (no todo van a ser lágrimas).
9. Sin motivación
Si tras intentar los pasos anteriores sigues sin verlo claro, simplemente ponte a ello. Ni motivación, ni nada. Dar el paso de «ponerse» con la tarea es lo más difícil.
Una vez hecho, seguramente te sorprendas de lo deprisa que te has involucrado en la tarea y de que ha pasado media mañana y no te has dado cuenta.
La motivación es, por decirlo de alguna manera, un «aliciente» que hace que hagamos las cosas con una actitud más proactiva pero, en ningún caso es absolutamente necesaria para hacer las cosas. Así que adelante, haz la tarea.