Las familias perfectas no existen pero las familias felices sí y comparten una serie de características que parecen ser las responsables de dicha felicidad.
Las familias felices y fuertes comparten algunos rasgos clave. Si queremos que las nuestras sean familias felices, podemos empezar por incorporar estos hábitos entre nuestras costumbres diarias.
El secreto de las familias felices
1. Compromiso
Alfred Adler, conocido psicólogo de la década de 1900, estaba seguro de que la necesidad básica que los seres humanos tienen que satisfacer para ser felices es la necesidad de pertenencia. Esa necesidad se cubre, inicialmente, con un fuerte sentido de compromiso dentro de la familia.
Cuando una pareja realmente se compromete a estar juntos, se crea una sensación de seguridad y paz que beneficia a toda la familia. Cuando la confianza es una realidad, ambos miembros de la pareja sienten que superarán los obstáculos juntos.
Cuando los niños saben que los padres se quieren, se sienten seguros. Las familias felices y comprometidas son aquellas en las que todos saben que son queridos, importantes y especiales para los demás.
2. Celebrar
Las familias felices celebran las cosas juntos. No esperan determinadas «ocasiones». Permanecen atentos a sus pequeños logros y se animan unos a otros en sus esfuerzos.
Son «fans» entusiasmados de los demás miembros. La competencia entre sus miembros es una competencia sana que tiene la diversión como único objetivo.
3. Comunicación
Las familias felices prestan atención a sus miembros, apartan sus móviles y dejan a un lado sus tareas para escuchar plenamente lo que otro miembro quiere compartir.
Se preocupan por los asuntos de los demás de forma activa, comparten sus pensamientos y opiniones con sensibilidad y sinceridad, e introducen, también a los miembros más jóvenes de la familia, en la toma de decisiones.
En las familias felices, todos los miembros son tenidos en cuenta y valorados, por lo que los niños que crecen en estas familias desarrollan más habilidades comunicativas y de comprensión.
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4. Cuidar unos de otros
Los miembros de las familias felices se preocupan de forma sincera por los demás y así lo demuestran. Sus interacciones son más positivas que negativas o críticas.
Los miembros de las familias felices proporcionan apoyo y consuelo a los demás con palabras y acciones.
Charlas breves diarias sobre reflexiones personales, son parte de su rutina. Se tratan con respeto y pasan tiempo juntos porque quieren, no por obligación.
5. Muestras de afecto
Este es un tema sobre el que no se reflexiona lo suficiente. Las personas necesitan ser acariciadas, abrazadas, besadas y mimadas. Grandes abrazos y pequeñas caricias son una gran parte de la comunicación no verbal en las familias felices.
Sus miembros dan y reciben libremente contacto físico afectuoso. Incluso los adolescentes lo necesitan, a pesar de sus protestas y conductas desafiantes. Los padres sensibles se ocupan de no descuidar los abrazos, pero también recuerdan hacerlo de tal forma que no incomode al joven adolescente.
La felicidad no es un «extra» en la vida. Es importante. Las familias felices no sólo se sienten mejor, sino que, en realidad, tienen más éxito en la vida personal y laboral.
No, la felicidad no viene del éxito. Sonja Lyubomirsky y su equipo de investigación en la Universidad de California han demostrado que funciona a la inversa: El éxito viene de la felicidad.
Tener una familia fuerte y feliz también desarrolla la resiliencia en nuestros hijos para que puedan gestionar los inevitables desafíos de la vida.
Jeanne y Jack Bloque, de la Universidad de California en Berkeley, encontraron que los niños felices son más propensos a desarrollar la capacidad de adaptarse a los cambios y recuperarse de situaciones difíciles.
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