Algunas personas piensan que la fortaleza mental es como una bombilla que está encendida o apagada. Otras piensan que las personas mentalmente fuertes simplemente nacen de esa manera, que están dotados de una cierta habilidad, casi sobrenatural, que les permite hacer frente a los retos con valentía.
Lo que muchos no saben es que la fortaleza mental no es ni un don genético, ni un rasgo de carácter. Es una habilidad que se perfecciona a través de la interacción constante con la adversidad.
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Y al igual que cualquier otra habilidad, la fortaleza mental se desarrolla a través de una serie de etapas. Etapas en que nos enfrentamos a la desconexión entre lo que no sabemos y lo que queremos saber. Etapas donde nos sentimos incompetentes. Etapas en las que no sabemos qué hacer. Etapas donde intentamos cosas nuevas sin tener ni idea si van a funcionar o no.
Son etapas en las que empezamos a definirnos de forma diferente, como personas que pueden enfrentar los desafíos de frente, y nos hacemos más fuertes gracias a ello.
Seis etapas de la fortaleza mental
1. Esquemas rotos
No conseguimos más fortaleza mental cuando las cosas salen como queremos, y los astros se alinean a nuestro favor. Nos hacemos más fuertes cuando nos enfrentamos a eventos que nos asustan, nos desafían, y en última instancia, nos obligan a crecer.
Pero la primera etapa a enfrentar es cuando nos vemos superados por cualquier circunstancia. Cuando el mundo que conocemos, y todas las creencias que lo acompañan se hacen añicos. Es cuando reconocemos que lo que hasta el momento sabíamos ya no es así, y nuestra vida nunca vuelve a ser como antes.
Y por mucho que este estado de perturbación sea incómodo, también es inevitable. Porque el fin de alcanzar más fortaleza mental, requiere que primero dejemos de lado lo que pensábamos que era verdad, sobre nosotros mismos, sobre el mundo, y sobre otras personas. Con ello, nuestra mente ganará flexibilidad y apertura y estaremos mas cerca de la fortaleza mental.
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2. Enfrentar la incertidumbre para nuestra fortaleza mental
La incertidumbre es lo que sentimos cuando no tenemos respuestas, cuando nada parece claro y no existe un camino que garantice el éxito. Pero la incertidumbre es también una forma de aprender.
Sin la incertidumbre, no hay espacio para la nueva información, porque ya tenemos las respuestas. Es cuando no tenemos las respuestas cuando nos hacemos las preguntas que conducen a una mejor comprensión. Es cuando no tenemos las respuestas cuando aprendemos a confiar en nosotros mismos.
Cuando adquirimos más fortaleza mental, aprendemos a hacer frente a nuestras dudas, nuestros miedos y nuestras inseguridades, y nos damos cuenta de que no estamos definidos por ellos. Aunque parezca paradójico, la incertidumbre nos acerca a la fortaleza mental.
3. Reconsiderar creencias
En esta tercera etapa de la fortaleza mental, nos referimos a la reconsideración. Tomar perspectiva y echar un vistazo hacia atrás. Pensar sobre todo lo que pensabas que era verdad, las decisiones que tomaste, tus prioridades hasta el momento, y la vida que quieres en el futuro.
Significa no tener que ser perfecto, aceptando que algunas opciones y algunas creencias que mantienes no te están sirviendo de nada. La reconsideración nos permite «considerar» nuevos puntos de vista a pesar de que no nos garanticen el éxito.
Porque lo que aprendemos es que siempre podemos dar un paso atrás, aprender del pasado, aprender de las decisiones que hemos tomado, y tomar nuevas decisiones con la esperanza de que van a ser mejoradas en el camino.
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4. Fortaleza mental: busca el significado
Si le preguntas a la gente con fortaleza mental sobre su vida antes y después de ser fuertes, te dirán dos cosas: que su fuerza es directamente proporcional a los desafíos que enfrentan y que sus vidas ahora tienen mucho más significado.
Lo que están diciendo es que están en la búsqueda del sentido que encontraron a raíz de enfrentar difíciles (e incluso devastadores) eventos que les hicieron fuertes.
La fortaleza mental también pasa por tener que encontrar una razón para seguir adelante, cuando no parece posible discernir sobre lo que es importante en la vida. Porque lo que funciona, puede no ser lo que se supone que funciona y puede que no sea lo más importante.
5. Reescribe la narrativa de tu vida
Una narrativa de vida es lo que nos decimos a nosotros mismos acerca de nuestra vida. Es lo que nos decimos a nosotros mismos acerca de nuestra autoestima, nuestra capacidad y nuestra fortaleza mental.
Y para las personas mentalmente fuertes, su narrativa es completamente diferente de lo que era antes, porque las narraciones de la vida no se nos dan ya hechas y no son estáticas tampoco.
Las narrativas se van formando a través de la vida que llevamos, las decisiones que tomamos y las atribuciones que asignamos a los acontecimientos que suceden en nuestras vidas.
Y lo que las personas con fortaleza mental te dirán, es que hubo un momento en que no se sentían fuertes, cuando no se veían a sí mismos de la forma en que ahora lo hacen. Pero también te dirán que para llegar a donde están ahora, hubo un proceso de reescritura.
Ellos tuvieron que desafiar la narrativa de su vida. Tuvieron que redefinir y reescribir quiénes eran, cómo se veían a sí mismos, y cambiar lo que se dijeron a sí mismos. En última instancia, fueron ellos los que se definieron a sí mismos como personas con fortaleza mental.
6. Fortaleza compartida
Por último, la fortaleza mental no existe en el vacío. Incluso las personas más fuertes necesitan a otras personas para que reconozcan y validen su fuerza, debido a que la fortaleza mental necesita un lugar en el que manifestarse. Se necesita algo más grande que uno mismo para darle un fin. Como un superhéroe necesita un pueblo para salvarlo.
Y la razón es que las personas se sienten mejor cuando utilizan sus fuerzas para ayudar a los demás. Además, la gente se siente mejor cuando utiliza la fortaleza mental que los hace únicos, (aquella relativa y específica de los desafíos que han enfrentado en la vida) para ayudar a los demás cuando atraviesan retos similares.
Adquirir gran fortaleza mental no consiste en tener todas las respuestas, en no sentirse nunca débil o nunca admitir una derrota. Se trata de estar dispuesto a enfrentar desafíos, asumir toda la incertidumbre que conllevan, y estar dispuesto a crecer y hacernos mejores aprendiendo de ellos.
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