A la hora de manejar la enorme cantidad de información a la que nos enfrentamos cada día, nuestra mente cuenta con pequeños «trucos» que, a pesar de no ser infalibles, nos ahorran mucho tiempo y esfuerzo.
¿Que son los heurísticos?
Los heurísticos o atajos cognitivos son reglas «de andar por casa» que nuestra mente utiliza para procesar la información. Estas reglas simples no nos aseguran la mayor lógica o precisión en nuestro análisis, pero nos ahorran tanto tiempo y tantos recursos mentales que nos resultan muy adaptativos en nuestra vida cotidiana.
Por decirlo de forma simple, nuestra mente prescinde de la exactitud de un análisis profundo y detallado de la información a cambio de ganar tiempo y energía para encontrar una solución. De esta forma, nuestra solución no será la mas precisa, pero será rápida y consumirá poco.
¿Qué podemos decir entonces de las soluciones a las que nos llevan los heurísticos?. Pues que en la mayoría de las ocasiones la solución nos sacará del «apuro» con relativo éxito, pero en otras ocasiones cometeremos errores, aún sin saber que los estamos cometiendo.
Tres heurísticos comunes
Heurístico de disponibilidad
Este heurístico aparece cuando debemos estimar la frecuencia o la probabilidad de ocurrencia de un suceso y respondemos en función de la facilidad con la que un recuerdo viene a la mente.
Un ejemplo sería tratar de responder a la cuestión de si es más seguro viajar en coche que en avión. Los últimos meses han tenido lugar varios accidentes de avión, por lo que tendríamos serias dudas al tratar de responder la pregunta. Sin embargo, un vistazo rápido a las estadísticas desmentiría esa elección pues el coche sigue siendo un vehículo menos seguro que el avión.
¿Por qué sucede ésto?. Porque nuestra mente tiende a pensar que el hecho de haber recordado los accidentes de avión quiere decir que existen muchos recuerdos de accidentes de avión y, por lo tanto, éstos son más frecuentes. Lo que la mente no tiene en cuenta es que la información que se recuerda con más facilidad no es necesariamente la más abundante.
De hecho, existen al menos cinco razones que hacen que la información nos «venga a la mente» con más facilidad, es decir, que esté más disponible:
- La información que se ha procesado más recientemente (como es nuestro caso de accidentes de avión)
- Conceptos, rasgos característicos, grupos, marcas… (recordar una marca cuando pensamos en un producto, como coche-Ferrari)
- Eventos que conocemos en primera persona (en oposición a lo que conocemos a través de lo que nos cuentan los demás)
- Acontecimientos ligados a emociones intensas (como el 11-S de Nueva York)
- Información concreta (en oposición a información más abstracta, como las señales de tráfico)
Heurístico de representatividad
Este heurístico aparece cuando tenemos que incluir un objeto dentro de una categoría y nos basamos en datos superficiales y prototípicos para hacerlo.
Un ejemplo sería el siguiente: Vamos caminando por el pasillo de un hospital y nos cruzamos con una persona que lleva gafas y bata blanca. Tenemos que incluir este «objeto» dentro de su categoría correspondiente y para hacerlo nos fijamos en datos superficiales como las gafas y la bata.
Estos rasgos superficiales (bata y gafas) son algunos rasgos del prototipo de la categoría que tenemos de «médico» por lo que incluimos a esta persona en esta categoría sin tener en cuenta que es mucho más probable que se trate de un enfermero, ya que el número de enfermeros es muy superior al de médicos en el hospital.
Otro ejemplo de este heurístico es pensar que el número 12.345 tiene menos posibilidad de resultar premiado en la lotería que el número 47.368. Como se trata de un juego de azar, tendemos a pensar que el número 12.345 tiene menos posibilidades porque está «ordenado» y que el número 47.368 tiene más porque sus dígitos están colocados al «azar». Esto nos llevará a comprar el segundo en lugar del primero cuando las posibilidades de resultar premiado son las mismas para los dos números.
Heurístico de ajsute y anclaje
A la hora de manejar cifras, tendemos a escoger una cifra que se acerque a el número que se nos sugiere o, si se trata de una escala, tendemos a elegir las cifras que se acercan al punto medio.
Imaginemos el siguiente ejemplo. Si preguntamos a un grupo de personas cuánto creen que cuesta un jarrón de vidrio importado de un país exótico y pintado a mano, probablemente ninguno sabrá qué decir. Sin embargo, si preguntamos al grupo si creen que ese jarrón cuesta más o menos de 200 euros, lo más probable es que sus predicciones oscilen al rededor de esa cifra (180, 250, 235, 190, etc.) cuando en realidad puede costar 50 o 3.000 euros.
El punto de referencia que han utilizado las personas del grupo se denomina «anclaje» y el ajuste es el proceso de acercamiento a la cifra que ellos consideran correcta.
Existen muchos más heurísticos y «trucos» mentales. Estos trucos nos ayudan a resolver muchas de las situaciones a las que nos enfrentamos en nuestro día a día con bastante efectividad. Sin embargo no debemos olvidar que no son infalibles y que en muchas ocasiones nos llevan a errores de los que debemos ser conscientes.
Imágenes: Pixabay