El narcisismo suele manifestarse como una preocupación egoísta por uno mismo, las preferencias personales, aspiraciones, necesidades, éxito propio y la forma en que uno es percibido por los demás. Un cierto grado de estas preocupaciones es sano y normal, y es lo que podríamos llamar auto-cuidado.
Rasgos generales del narcisismo
Sin embargo, el narcisismo extremo supone un aislamiento emocional de los demás y se da cuando una persona está completamente absorta en sí misma. En el narcisismo extremo, el resto de las personas son meras herramientas que utilizar.
El narcisismo, por norma general, tiene su origen en una herida emocional importante o varias de ellas, que culminan en un trauma de separación significativo. Esta herida tiene lugar en la infancia de la persona, lo cual la encierra emocionalmente.
Esta herida nunca termina de cerrar y continúa sangrando durante toda la vida, quedando la persona determinada, en muchos de los casos, por la edad mental y madurez emocional correspondiente al momento en que se abrió esa herida.
El narcisismo nace como una barrera protectora de todo y de todos, puesto que el individuo aprendió que no se puede confiar en nada ni nadie.
Esta identidad falsa o falso personaje, no constituye la verdadera identidad de la persona, solo es un escudo, y las cualidades de éste pueden variar de un narcisista a otro o de unas situaciones a otras.
El narcisismo puede manifestarse como una persona «dura», intimidante o aterradora, pero también como personas correctas, diplomáticas, muy sociables y espontáneas.
Ahora bien, si podemos profundizar algo más en esas personas, nos daremos cuenta de que cuando les planteamos preguntas más íntimas o personales, en seguida recibimos una respuesta distractora que pretende desviar nuestra atención de la inseguridad que les invade.
Eludirán las preguntas una y otra vez hasta que, si persiste nuestra insistencia, se separen de nosotros o nos hagan desaparecer de sus vidas.
También podemos topar con el narcisismo «que utiliza». La persona puede convertirse en uno de nuestros amigos y permanecer a nuestro lado. Eso sí, en el momento en que ya no cumplamos una función en su vida de la que pueda sacar algún beneficio, nos hará desaparecer también.
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Si nos paramos a pensar, nos daremos cuenta de que la mayoría de nosotros hemos conocido a personas de este tipo.
Personas que creíamos que eran casi nuestra familia y que, de un día para otro, cuando dejamos de cumplir un objetivo en sus vidas (bien sea haciendo crecer su ego, obteniendo algo de nosotros que les beneficia, etc) o creen que no pueden ejercer control sobre nosotros como herramientas, desaparecen.
Ciertamente, son situaciones tristes. El narcisismo se suele acompañar de miedo a enfrentarse a sus defensas y conseguir un funcionamiento más saludable e integrado.
Sin embargo, el narcisismo no es una condición eterna ni una condena. Con la adecuada ayuda profesional, estas personas pueden aprender a manejar emociones y relaciones de forma adecuada y llevar una vida más sana en ese sentido.
Es importante acudir a un profesional que tenga la capacidad de trabajar heridas emocionales tempranas. El narcisismo extremo hace que el que lo sufre, desconfíe de las personas en el mismo grado. Superar este obstáculo será imprescindible para una correcta relación con el profesional que vaya a ayudarle.
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También, y aunque parezca obvio hay que recordarlo, es necesario que el narcisista esté dispuesto a explorarse a sí mismo y remover sentimientos dolorosos que ha estado ocultando con la máscara del narcisismo.
Hay que pensar que, tras muchos años de aislamiento emocional y de predominio de la razón en sus vidas (motivo por el cual, quizás, estas personas resultan frías y calculadoras en sus relaciones), este ejercicio de introspección de emociones y sentimientos incontrolables y, muchas veces, irracionales, supondrá todo un reto y será un proceso duro de apertura y crecimiento.
Si el narcisismo le permite dar ese paso, decidirse a explorar, es muy probable que vea avances significativos en el camino a desprenderse de las defensas y escudos, que mejore su vida emocional y relacional y que, a fin de cuentas, sea una persona más feliz y auténtica.