La zona de confort es ese lugar simbólico en el que las personas se comportan de forma similar cada día, hacen los mismos planes, ven a la misma gente, incluso pasean por las mismas calles, entre otras cosas. Se podría decir que viven de una forma que les hace sentir seguros, ya que, hasta cierto punto, su vida es predecible y pueden ejercer cierto grado de control sobre ella.
Estas personas se encuentran viviendo en su zona de confort. La zona de confort se caracteriza porque lo que sucede allí suele ser familiar, predecible y fácil. De esta manera, todo lo que tiene lugar fuera de esta zona de confort, puede resultar preocupante, amenazador, impredecible y desconocido.
Muchas personas viven cada día en la comodidad que les proporciona su zona de confort y allí son felices, en su pequeña burbuja donde se desenvuelven bien. Sin embargo, otras muchas personas, encuentran esa burbuja aburrida, poco estimulante, que impide su desarrollo y aprendizaje e, incluso, pueden agobiarse.
En la zona de confort se incluyen todo tipo de ámbitos. Nuestra forma de vida, trabajo, educación, amistades, ocio, forma de pensar o sentir. Cualquier aspecto en el que sintamos la comodidad de lo familiar.
Para muchas personas, las ganas de salir de la zona de confort no siempre son mayores que el miedo que sienten por salir de ella, es decir, estas personas se agobian, aburren y estancan en sus vidas, pero el temor al cambio, a lo nuevo, al riesgo, a lo desconocido, les hace permanecer en ella y no decidirse a dar el paso.
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Si eres una de esas personas que tiene mucha curiosidad por saber qué habrá más allá de su zona de confort, pero el temor te hace dudar, te recomiendo que sigas leyendo.
¿Cómo sabes si te estás refugiando en tu zona de confort?
Pues suele ser bastante sencillo. Señales de que necesitas salir de tu zona de confort serían las siguientes:
- Sientes que te aburres en tu vida
- Te notas cansado y te falta motivación para afrontar el día a día
- Tienes sentimientos de insatisfacción contigo mismo o con tu vida
- Crees que no eres feliz
- No sientes ilusión por las cosas
- Te sientes inquieto
- En muchas ocasiones te sorprendes imaginando cómo sería tu vida si fuese diferente
Si te identificas con estas señales, necesitas un cambio.
Salir de la zona de confort
1. Trabajar el miedo
Replantearse los factores que nos atemorizan es el primer paso. Tratar de ver aquellos aspectos del cambio que nos asustan como si fuera una aventura emocionante.
No dejarnos atrapar por los miedos, ya que el miedo dura sólo hasta que damos el paso. Una vez que lo hemos dado, el miedo va desapareciendo y, en su lugar, va creciendo una sensación de satisfacción y orgullo que será mucho más duradera.
2. Prueba
Darle una oportunidad al cambio. Piensa que, si después te arrepientes o no encuentras lo que esperabas, siempre puedes volver a vivir como lo hacías hasta entonces.
3. Planifica
Y es que, sea cual sea el cambio que no te atreves a dar, te será mucho más fácil si vas dando pequeños pasos. Piensa en cuál es la meta final a la que quieres llegar y divide el proceso en pequeñas objetivos que ir alcanzando.
Cuando alcances el primero y te sientas seguro con ello, pasa al segundo, y así sucesivamente hasta que alcances la meta principal. De esta forma, irás cambiando de forma gradual, por lo que el temor no será tan intenso.
4. Recompénsate
Puede que algunos de los pasos que debas dar para cambiar sean menos agradables que los demás. Es importante que, cuando los vayas cumpliendo, lo celebres y te premies a ti mismo por haberlo conseguido.
De esta forma mantendrás la motivación para que no te abandonen las ganas en la mitad del proceso.
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5. Apóyate en otros
Hablar con los amigos o la familia acerca de los cambios que queremos llevar a cabo nos ayuda a sentirnos menos «sólos» en el camino. Incluso puedes pedir a algún amigo que te acompañe a hacer alguna actividad que quieras empezar.
Si te decides a hacerlo por ti mismo, seguro que también encuentras a otros con los que compartir la aventura (algunos en la misma situación que tú).
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6. No perder la confianza
Seguro que alguna vez en tu vida has tenido que afrontar un cambio que te asustaba y, después de haberlo hecho te has dado cuenta de que ya no tenías miedo y la recompensa ha sido mucho mayor.
Es importante que recuerdes esos momentos de tu vida cuando sientas que la confianza en tu proyecto de cambio disminuye.
7. Sólo si realmente lo quieres
Y es que muchas veces nos dejamos llevar por lo que es «correcto» o por lo que los demás esperan. Los cambios en la vida de uno mismo, son asunto y responsabilidad de uno mismo.
Si eres feliz con tu forma de vida, con tu forma de ser, en general contigo mismo, no tienes que cambiar nada que no quieras, ni siquiera porque sea lo correcto o porque otro lo haría en tu lugar. Cada persona es diferente y, lo que te hace feliz a ti, puede no hacer feliz a otro y viceversa.