La investigación científica muestra que comer sano puede mejorar drásticamente nuestra salud emocional y mejorar nuestra forma de vida. Muchas personas no se dan cuenta, pero, en realidad, somos lo que comemos.
Salud emocional y alimentación
Las alergias alimentarias o intolerancias pueden tener un gran efecto sobre nuestra salud emocional. Por ejemplo, si tienes alergia o intolerancia al gluten, su consumo (que se encuentra en gran medida en los productos derivados del trigo) puede hacer que te sientas débil o incluso deprimido.
Se han recomendado cambios en la dieta para niños con TDAH (trastorno por déficit de atención e hiperactividad) o autismo. Esto sugiere que hay un fuerte vínculo entre alimentación, salud emocional y comportamiento.
Las fluctuaciones de azúcar en la sangre también pueden cambiar tu estado de ánimo y afectar a tu salud emocional. Un nivel alto de azúcar en la sangre puede producir irritabilidad, mientras que niveles bajos de azúcar en la sangre pueden provocar sentimientos de ansiedad, depresión y letargo.
La investigación también sugiere que bajos niveles de vitaminas, deficiencias de minerales y una baja ingesta de ácidos grasos y omega-3 pueden contribuir a estados de ánimo alterados y diversos problemas de salud mental.
Algunos creen que estas deficiencias en realidad causan problemas de salud mental. Los niveles insuficientes de vitamina D, en particular, pueden dar lugar a cambios de humor, depresión y fatiga.
Si tienes cualquier deficiencia, tu salud emocional puede mejorar simplemente añadiendo los ingredientes necesarios a tu dieta.
Cambiar hábitos alimenticios, mejorar la salud emocional
Si estás interesado en explorar cómo la comida puede estar afectando a tu salud emocional, puedes llevar un diario de alimentos durante al menos dos semanas. Anota todo lo que comes y bebes, y tu estado de ánimo antes y después. Puede sonar tedioso, pero también muy útil.
Si puedes apreciar el patrón de cambio, es posible que quieras buscar un nutricionista para que te ayude a hacer los cambios necesarios. Las dietas deben ser individualizadas para mejorar todo lo posible nuestra salud emocional.
Comer sano y cambiar nuestros hábitos de alimentación es más sencillo de lo que parece. Empieza despacio y ve introduciendo los cambios a lo largo del tiempo. Los cambios radicales en la alimentación generalmente conducen al fracaso.
Se trata de hacer cambios para mejorar. No debemos desanimarnos o deprimidos si metemos la pata un día. Considera ese día como un paso en falso y toma medidas más saludables en el futuro. El camino hacia una salud emocional plena puede empezar en nuestra mesa.
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