Las personas tendemos a atribuir nuestros éxitos y fracasos a diversos factores. Según la teoría atribucional de Weiner, nuestro estilo atributivo depende de tres factores.
¿Qué es el estilo atributivo?
Nuestro estilo atributivo se refiere la atribución de causa que hacemos de los acontecimientos que nos ocurren a nosotros y a los demás. Por ejemplo, si llegamos tarde a trabajar, podremos atribuir la causa del retraso a que nos hemos dormido, a que hemos perdido el autobús, a que había mucho tráfico, etc.
De la atribución de las causas que hagamos de los eventos, pueden depender muchos factores, más de los que imaginamos. Nuestra autoestima, nuestra motivación, nuestra conducta y nuestras relaciones pueden variar en función de nuestro estilo atribucional.
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Las atribuciones negativas están relacionadas con consecuencias negativas ya que las personas pueden no realizar las tareas necesarias para alcanzar una meta por el miedo al fracaso. Por su parte, las atribuciones positivas están relacionadas con conductas que llevan al éxito y con las consecuencias positivas de las acciones.
¿Cuál es tu estilo atributivo?
La teoría atribucional de Weiner señala tres dimensiones sobre las que se construye el estilo atribucional. Son las siguientes:
1.Localización de la causa (Locus de control). Se divide en dos tipos:
- Localización interna de la causa: Cuando atribuimos la ocurrencia de un evento a factores de uno mismo. Por ejemplo, asumir que hemos suspendido un examen porque no hemos estudiado.
- Localización externa de la causa: Cuando atribuimos la ocurrencia del evento a causas externas. Por ejemplo, que hemos suspendido porque el examen era muy difícil.
2.Estabilidad. Se divide también en dos tipos:
- Estable en el tiempo: Cuando atribuimos la causa de un evento a factores que no cambian con el tiempo y que consideramos que no se pueden modificar, como pueden ser capacidades (o incapacidades) propias. Siguiendo con el ejemplo anterior, atribuir nuestro suspenso en el examen a nuestra falta de capacidad.
- Variable en el tiempo: Cuando atribuimos la causa a factores que van variando según el momento, como pueden ser factores que se han dado en ese momento preciso pero que puede que en otro momento, aún en las mismas circunstancias, no se den. En nuestro ejemplo, atribuir nuestro suspenso a un fuerte dolor de cabeza el día del examen.
3.Capacidad de control. Dos tipos:
- Controlable: Cuando creemos que las causas de los eventos las podemos controlar. Pensar que hemos suspendido el examen porque hemos estudiado poco, pero en el próximo podremos estudiar más, es un ejemplo.
- Incontrolable: Cuando pensamos que no podemos ejercer ningún control sobre el evento. Pensar que hemos suspendido porque el profesor nos tiene manía.
Pues bien. Partiendo de estas tres dimensiones, podemos establecer todas las combinaciones posibles, lo que resulta en los estilos atribucionales. En la siguiente tabla lo vemos más claro. Supongamos que nos han ascendido en el trabajo. Éstas serían las posibles atribuciones de causalidad, según la teoría atribucional de Weiner:
¿Cómo afectan estos estilos a nuestra vida?
Como hemos dicho arriba, aunque con excepciones, todos nosotros solemos mostrar tendencia hacia un determinado estilo atributivo. Un estilo atributivo inadecuado puede acabar con nuestra autoestima o nuestra motivación, entre otras cosas.
Pensemos, por ejemplo, si atribuimos causas externas a nuestros logros, como la suerte, la elección de otra persona o las circunstancias concretas.
Si no nos responsabilizamos de nuestros logros, estamos perdiendo el refuerzo positivo de nuestro comportamiento o nuestro esfuerzo. Si además pensamos que es estable en el tiempo, es decir, que siempre es así, nuestra autoestima se verá afectada por la ausencia de reconocimiento a las propias habilidades y el consiguiente sentimiento de incapacidad.
Igual de negativo sería atribuir a causas internas y estables nuestros fracasos, pues acabaríamos pensando siempre vamos a fracasar porque no somos capaces de hacer otra cosa, lo que nos lleva a la inacción, a no actuar para evitar enfrentar el «supuesto» fracaso.
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En cuanto a la capacidad de control, si pensamos que los eventos que nos ocurren escapan a nuestro control, ¿qué motivación tendremos para llevar a cabo cualquier tarea?, si no podemos hacer nada para cambiar el resultado de las cosas, ¿para qué actuar?. Adoptaríamos un estado de indefensión.
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El otro extremo no es menos negativo. Pensar que tenemos el control de todo aquello que nos pasa, puede llevarnos a tratar de cambiar cosas que, en realidad no se pueden cambiar, lo cual nos llenará de frustración y acabará con nuestra energía.
Lo ideal es tratar de ser lo más realista posible, puesto que unas veces nuestros fracasos serán nuestra responsabilidad y otras no, y unas veces será un problema interno de cada uno y otras el fracaso será fruto de las circunstancias.
Lo mismo podemos decir de los logros y éxitos. La atribución de las causas ha de ser justa, responsabilizándonos de nuestros logros cuando hayan sido fruto de nuestro esfuerzo y señalar a factores arbitrarios cuando nos ocurran acontecimientos positivos que no esperamos.
Sin embargo, no siempre es fácil identificar en qué medida estamos siendo justos a la hora de reconocer méritos o fracasos propios. Para ello, será necesario un análisis de los pensamientos y creencias relacionados con los hechos objetivos y la modificación de aquellos que sean erróneos, que se traduzca en una mayor seguridad en uno mismo y una autoestima más fuerte.
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Imagen: Pixabay
Ref.
Weiner, B. (1986). An attributional theory of motivation and emotion. Nueva York: Springer – Verlag.
Weiner, B. (1990). Attribution in personality psychology. En L. Pervin (Ed.), Handobook of personality (pp.465-485). Nueva York: Guilford Press
3 Comentarios. Dejar nuevo
Muy buen explicado, concreto y sencillo.
Gracias Pablo! 🙂
Me gustaría utilizar la información de esta página, me gustaría saber si podrían presentar la información necesaria para citar esta entrada. Gracias.