Me gustaría hablarte de Gema…

Bajo este nombre (modificado para respetar su privacidad), se encuentra la historia de una chica de 26 años que sufría episodios de ansiedad.

Aunque no tenía muy claro qué la originaba, tras varias sesiones descubrimos que su autoestima no era muy alta y que, en determinadas situaciones y ante personas concretas, la invadía una fuerte sensación de inseguridad, frustración y ansiedad que, no solo la bloqueaba, sino que llegaba a quitarle el sueño.

En terapia, Gema se dio cuenta de que se «hacía muy pequeña» en su grupo actual de amigos porque los admiraba profundamente y se sentía inferior a ellos en muchos aspectos.

En su trabajo le ocurría algo parecido, sentía que no podía compartir o expresar su opinión o punto de vista porque «¿quién era ella sino alguien con mucha menos experiencia y conocimiento que sus compañeros?».

Los sentimientos de frustración, culpa e incapacidad eran cada vez más intensos. Gema tenía su propio punto de vista en el trabajo y un deseo muy fuerte de aportar y ser reconocida en su grupo de amigos, pero las dudas acerca de su valor o capacidad la mantenían en silencio.

Mantenerse siempre a la sombra de los demás empezó a pasarle factura y acudió a mi consulta sin ser consciente de todo esto. Solo sentía que su  ansiedad e inseguridad eran cada vez más intensas.

Poco a poco, con constancia y empeño, aprendió a identificar los pensamientos que la llevaban a sentirse inferior a los demás, a reconocer los miedos que había detrás de su comportamiento como el miedo al rechazo, y descubrió sus valores y fortalezas, y cómo podían servirle de guía en el futuro.

A raíz de estos nuevos aprendizajes, Gema fue capaz de mejorar su inseguridad entre amigos y en el trabajo, empezó a gestionar su miedo y ansiedad, enfrentando las situaciones que la paralizaban, y comenzó a elegir mejor sus relaciones, acercándose a aquellas que la potenciaban y alejándose de las que la dañaban.