¿Alguna vez has sentido que eras adicto a alguien? Por más que lo pensabas no entendías por qué no podías dejar de pensar y necesitar a esa persona, ¿verdad? La psicología conductual tiene una explicación muy sencilla.
Soy adicto a alguien ¿por qué?
Es muy posibe que alguna vez hayas sentido esta adicción inexplicable a una persona. Intentas razonarlo en frío y no consigues entender tanto poder adictivo. Ni siquiera sabías que podías desarrollar una adicción hacia una persona.
Según la psicología conductual, el factor que está haciendo que te sientas adicto a alguien no es otro que el reforzamiento intermitente. ¿Y esto qué es?
Reforzamiento intermitente. Tan simple como poderoso
La psicología conductual, en concreto la terapia conductual, es aquella que trata de modificar el comportamiento de una persona aplicando refuerzos y castigos tras la aparición de la conducta, o consecuencias positivas y negativas respectivamente. Con un ejemplo lo vemos mejor.
Imaginemos que queremos entrenar a un perro para que levante su pata derecha al pedírselo. Para lograrlo, debemos reforzar cada una de las veces que lleve a cabo ese comportamiento para que entienda que si lo hace bien recibirá una recompensa.
Le daremos un premio en forma de comida cada vez que lo consiga. Poco a poco, irá aumentando el número de veces que levanta la pata porque quiere recibir el premio, y llegará a un punto en que lo haga cada una de las veces que lo pidamos. Hemos reforzado positivamente esta conducta.
En caso de querer que la conducta desaparezca, podemos dejar de reforzarla o aplicar un castigo, como un ruido fuerte cada vez que levante la pata. Poco a poco, dejará de levantarla.
Pero, ¿en qué consiste el refuerzo intermitente positivo?
Una de cal y otra de arena
El refuerzo intermitente positivo sería aquel en el que, sin criterio ni planificación, se refuerza aleatoriamente la aparición de una conducta, es decir, unas veces se premia y otras veces no, de forma totalmente impredecible.
Pues bien, tras numerosos estudios experimentales, se ha demostrado que este tipo de refuerzo no elimina la conducta como podría parecer, sino que lleva al animal a mantenerla durante mucho más tiempo que mediante cualquier otro tipo de refuerzo.
Esto es así porque, al resultarle imposible al animal prever cuándo recibirá premio y cuándo no, insistirá una y otra vez en realizar la conducta con la esperanza de recibir el premio.
Este reforzamiento responsable del desarrollo de la adicción a una persona, interviene también en otros tipos de adicciones, como es el caso de la adicción a los juegos de azar, en los que la recompensa también es aleatoria: máquinas tragaperras, loterías, juegos de dados, etc.
¿Cómo actúa el refuerzo intermitente para volverme adicto a alguien?
Si trasladamos lo aprendido en los párrafos anteriores a la relación con una persona, el reforzamiento intermitente tendría lugar en forma de atenciones, palabras, expresiones de cariño, o cualquier otra conducta del otro que nos haga sentir bien por parte de la otra persona.
Por ejemplo, si una persona te presta mucha atención un día pero al siguiente se muestra desinteresada, si te envía mensajes con insistencia pero luego se ausenta durante días, si expresa sentimientos positivos hacia ti pero su comportamiento es opuesto a lo que dice, etc.
Seguro que identificas muchas de estas señales. Son estas las conductas del otro que nos hacen adictos porque están reforzando de forma intermitente nuestra atención hacia la otra persona, recompensándonos unas veces sí y otras no, lo que lo convierte en adictivo y muy peligroso.
Este comportamiento, muy frecuente en personas con trastorno de personalidad narcisista, es parte de su poder seductor y de atracción. Pero también lo llevan a cabo personas sin ningún trastorno, bien por egoísmo, por desconocimiento o porque no sepan cómo gestionar determinadas situaciones.
Sea cual sea el motivo, lo cierto es que cuando eres adicto a alguien, los momentos de tranquilidad y satisfacción son muy pocos en comparación a los momentos en los que sientes frustración o incertidumbre, e incluso ansiedad.
Esta dinámica, crea un vínculo afectivo disfuncional muy dañino para quien lo sufre, la persona adicta.
Es la base en muchas relaciones tóxicas y puede llegar a traumatizar a la persona que lo sufre, por ello es muy importante identificarlo y cortar por lo sano.
Identificar el reforzamiento intermitente
La alta carga emocional y el miedo a dejar de recibir esas «recompensas aleatorias» hacen que no seamos objetivos y nos cueste detectar que hemos caído dentro de esta peligrosa dinámica. Por eso, lo prioritario es identificar el malestar y tomarlo como señal de alarma.
Es posible que lo sientas en forma de ansiedad, miedo, incertidumbre, percepción de falta de control, rabia, enfado, o un conjunto cambiante de todas ellas. Debes permanecer alerta y tomar tiempo para analizar qué está provocando estas emociones.
Trata de ser lo más objetivo que puedas, y asegúrate de que el malestar no lo origina cualquier otro aspecto de tu vida o de tu personalidad.
Tampoco excuses o justifiques el comportamiento del otro si no te da una justificación real para el mismo.
Si estos sentimientos los provocan comportamientos como los descritos antes, inconstancia en el afecto, cambios de opinión o de humor contigo, muestras de atención o interés aleatorias que no responden a otros hechos… debes activar todos tus mecanismos de alarma.
¿Qué hago para romper el refuerzo intermitente?
Como señalé, a veces la otra persona no se da cuenta de que está generando ansiedad o dolor en el otro con estos comportamientos por lo que primero te recomiendo que hables con esa persona y le hagas saber que hay ciertas cosas que te hacen daño. Es muy posible que lo entienda y procure que no se vuelva a repetir.
Pero, si tras una conversación extensa sobre el tema, la otra persona mantiene este reforzamiento intermitente, debes plantearte salir de la relación cuanto antes, ya que puede terminar suponiendo un problema serio de salud para ti.
Muchas personas han sido víctimas de este reforzamiento intermitente positivo, han sido adictos a alguien, y muchas han necesitado ayuda profesional para superar las heridas traumáticas que les dejaron sus relaciones.
Tanto es así, que esta dinámica tóxica se conoce con el término Breadcrumbing, que significa, muy acertadamente, «migas de pan».
Y es que eso es todo lo que estas personas nos dan, migas de pan, migas de atención, migas de cariño. Ser adicto a alguien no es algo romántico, ni mucho menos, sino que puede dar origen a un trauma emocional severo.
Además de estar perdiéndonos la oportunidad de conocer a alguien que nos de mucho más que migajas.
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2 comentarios. Dejar nuevo
Yo llevo sufriendo el refuerzo intermitente por parte de una mujer. Lleva dando migajas años y no se como cortarlo. El daño que me hace es muy duro y me hace estar de mal humor y pagarlo con los demás.
Hola Gonzalo!
Salir de una relación de este tipo no es sencillo pero es posible con ayuda profesional. Recuerda que podrías tener una relación completa con otra persona si lograras soltar esta relación. Tal vez haya que revisar aspectos como tu autoestima y tu capacidad de poner límites sanos.
Mucho ánimo! 🙂