Has pensado en ello, llevas tiempo dándole vueltas y ya has decidido atender el cuidado de la salud. Dejar de fumar, hacer ejercicio, ingerir alimentos más equilibrados, dejar el dulce… Ya has dado un gran paso. Pero antes de empezar, revisa algunos pensamientos.
Porque, si bien tomar la decisión es una parte importante para comenzar el camino hacia el cuidado de la salud, también lo es hacerlo sobre una base de pensamientos adecuados.
Si los pensamientos no son los adecuados, podemos abandonar esos hábitos a mitad de camino y volver a donde estábamos, podemos desmotivarnos, frustrarnos, sentirnos culpables o irascibles.
Vamos a ir paso a paso analizando cada uno de ellos.
El cuidado de la salud empieza en la mente
Pensamiento 1 para el cuidado de la salud: «Acepto lo que soy»
Aceptar lo que uno es, aceptarse a uno mismo. Parece sencillo de entender, pero no de llevar a la práctica. Incluso si crees que te aceptas.
Cuando uno decide cambiar de hábitos para hacerlos más saludables puede hacerlo por muchos motivos. Tantos o más como hábitos quiera cambiar. Lo que debemos descartar es que la decisión se deba a la no aceptación de nosotros mismos o de una parte de nosotros.
El cambio (cualquier cambio personal) debe nacer desde dentro y poco a poco se percibirá desde fuera, pero no debe darse al revés. Por ejemplo, si queremos ponernos a dieta, tenemos que hacerlo partiendo de la aceptación de uno mismo.
«Acepto mis kilos de más, me quiero con mis kilos de más y no dejaré de quererme si los sigo teniendo», sería una actitud más beneficiosa y positiva que «odio mis kilos de más. Daría lo que fuera por quitarme estos kilos que me hacen menos valioso». ¿Se ve la diferencia?. La actitud correcta sobre la que empezar a cambiar es, como habréis intuido, la primera.
Pensamiento 2 para el cuidado de la salud: «Me gusta mi cuerpo»

Tenga más o menos kilos, más o menos centímetros, o diferentes capacidades. Lo primero es sentirte bien en tu cuerpo. Sí, «en» tu cuerpo.
Porque nuestro cuerpo es nuestro hogar, es el lugar donde habitamos. Por ello cualquier cambio debe nacer del deseo de mejorar el lugar en el que vivimos.
Cuando cambias las cortinas del salón o pintas las paredes de la habitación, lo haces para verla mejor, para sentirte mejor en ella, en tu casa. Esos cambios nunca son un castigo para tu hogar.
Con los hábitos saludables pasa lo mismo. Vas a aumentar el consumo de verduras para que te encuentres mejor en «tu casa», no como castigo para tu cuerpo porque ha subido una talla de pantalón.
Nuestro cuerpo es nuestro hogar, nuestro vehículo en el mundo y nuestro canal de comunicación con el entorno. Cualquier decisión que le afecte debe partir desde el respeto y el aprecio.
Pensamiento 3 para el cuidado de la salud: «No solo lo hago por eso»
Como avanzábamos arriba, probablemente tengas en mente el motivo que te lleva a prestar atención al cuidado de tu salud. Afortunadamente, en lo que se refiere a hábitos saludables, el cuerpo es muy, pero que muy «agradecido».
Por ejemplo, si has decidido dejar de tomar tantos refrescos porque tienen mucho azúcar y te hacen engordar, tu cuerpo te lo agradecerá a múltiples niveles.
Evitarás los picos de glucemia que te ayudarán a mantener las ganas de «picotear» a raya, ganarás estabilidad mental, evitarás el gas que contienen mejorando tu sistema digestivo, tu corazón estará menos estresado por la cafeína, etc.
Los beneficios de un simple cambio pueden ser muchos y a muchos niveles y es aquí donde debes encontrar los motivos. Ganarás todo en salud y ese debe ser el principal objetivo.
Pensamiento 4 para el cuidado de la salud: «Puedo hacerlo»
En alguna ocasión hemos comentado el poder de la actitud y las creencias a la hora de alcanzar las metas. No lograremos alcanzarlas si partimos de la idea de que no somos capaces, de que somos débiles y de que nos rendiremos.
Puedes leer: 7 errores que no te dejan alcanzar metas en tu vida
No es solo una cuestión de motivación. Es también una cuestión de creer en uno mismo y en nuestras capacidades pues somos nosotros los que, la mayoría de las veces, nos ponemos los límites que nos impiden llegar donde queremos.
Por todo ello, es fundamental creer en nosotros, sobretodo en aquellos momentos en los que nuestra fuerza de voluntad flaquee. Si nos invade el sentimiento de incapacidad y derrota, debemos dejarlo ir y recuperar la actitud positiva y de confianza en nosotros mismos.
Por ejemplo, si estás dejando de fumar, es muy posible que cada cierto tiempo sientas debilidad y tengas ganas de encender un cigarro. Ese mismo sentimiento te puede hacer sentir incapaz, débil. Pero en realidad no lo eres. Deja que se vaya ese sentimiento y confía en tu capacidad. Puedes hacerlo.
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Pensamiento 5 para el cuidado de la salud: «Se puede cambiar»
Probablemente los hábitos que quieras cambiar vengan de muy atrás en el tiempo. Seguramente lleves muchos años fumando, sin hacer ejercicio, tomando demasiada comida basura, pero eso no significa nada.
Pensar que «somos lo que hemos sido» es un error. Lo que hacemos en el pasado no determina lo que hacemos en el futuro, y lo que somos en el pasado no determina lo que seremos en el futuro. Porque existe la voluntad y el cambio.
Somos lo que somos ahora y lo que hacemos ahora. Por ello la culpa y el arrepentimiento por los hábitos del pasado no llevan a ningún sitio y solo suponen una carga pesada que te dificulta conseguir tu objetivo. Es fundamental deshacerse de ellos.
Pensamiento 6 para el cuidado de la salud: «Estoy dispuesto a dar los pasos necesarios»
Entre tu presente y tu objetivo, existirán una serie de pasos que debes dar para ir acercándote a él. Muchas veces estos pasos suponen esfuerzo extra, cambios en la rutina, cambios en nuestra actitud (de eso trata este artículo), cambios en nuestra forma de vida, tareas que no hemos llevado a cabo nunca, etc.
Estos pasos y cambios, muchas veces nos producen incomodidad, desconfianza, miedo, pereza. Porque la naturaleza del ser humano (con excepciones, como en todo), rechaza el cambio, el esfuerzo de más y todo aquello que desconoce.
Sin embargo, esos cambios y pasos serán la única forma de llegar a tu objetivo y si cedes a ellos, las cosas nunca cambiarán.
Sobre este punto, te recomiendo que leas el artículo que habla de la zona de confort. Debes tener claro que, solo enfrentando esa pereza y ese miedo te acercarás a tu objetivo.
Pensamiento 7 para el cuidado de la salud: «No seré esclavo de mis hábitos»
Otro punto importante es olvidarnos de ser absolutamente estrictos con nuestros hábitos.
Si estás mejorando la alimentación, es importante que sigas cierta regularidad y coherencia en tus comidas, pero eso no significa que nunca jamás en la vida puedas volver a probar una tarta.
Porque la idea de conseguir un hábito es que realicemos esa conducta de forma regular, como parte de nuestra rutina, como parte de nuestra vida.
Pero si nos volvemos muy estrictos, muy rígidos con ello, si un día las circunstancias nos llevan a violar esa rigidez (cómo no vas a probar un trozo de la tarta en la boda de tu hermana…), la culpa puede hacerse con el control, afectar a nuestra autoestima, a nuestra confianza, y poner en peligro todo lo que hemos conseguido.
Concédete algún desliz. Lo importante es que el resultado se vaya logrando.
Pensamiento 8 para el cuidado de la salud: «Lo tengo todo controlado»
Tienes la actitud, el respeto hacia ti mismo, la confianza en tus capacidades, la motivación, el plan de acción y estás motivadísimo. Pero cuidado. Puedes llegar mañana al gimnasio y tratar de darlo todo de ti. Todo o demasiado.
Tener el control también implica conocer nuestro límite y respetarlo. Si vas a ponerte a levantar pesas, levanta hasta donde el cuerpo indique. Si vas a correr, no es necesario desmayarse por correr más distancia. Si vas a perder peso, no hace falta que limites las calorías al máximo (y mucho menos por tu cuenta), porque puedes lesionarte o sufrir carencias nutricionales, por seguir con los ejemplos.
El control implica también ser conscientes de que adquirir hábitos es un proceso. No los adquirimos presionando un botón de la noche a la mañana, tenemos que ir adaptando cuerpo y mente y, dependiendo del área que decidas cambiar, te irá bien contar con la ayuda de un profesional de ese campo concreto o de otro.
Recuerda que (y así enlazamos con el punto primero) estás cambiando de hábitos como manera de mimar tu cuerpo, como forma de quererte, no de castigarte.
Una vez que hayamos trabajado todos estos pensamientos, dispondremos de la actitud adecuada para introducir los cambios que sean necesarios en nuestra vida que nos permitan adquirir esos hábitos saludables que buscamos.
El cambio, (de hábitos o de cualquier otra aspecto en nuestras vidas) empieza dentro de uno mismo.
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